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lunes, junio 30, 2025

¿El fin de «abrazos, no balazos»?: el cambio de Sheinbaum a la política antidrogas de México (y el rol crucial de Trump)

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Fuente de la imagen, Getty ImagesInformación del artículoAutor, Daniel PardoTítulo del autor, Corresponsal de BBC Mundo en México54 minutosLa presidenta de México, Claudia Sheinbaum, insiste casi a diario en que no hay ruptura con el gobierno de su antecesor, Andrés Manuel López Obrador. Pero los datos que ella misma divulga cada semana revelan que la política de «abrazos, no balazos» parece estar llegando a su fin.Tras más de una década de fracasos y violencia en la guerra contra las drogas declarada por el presidente Felipe Calderón en 2006, AMLO llegó al poder, en 2018 con la idea de que, en lugar de luchar contra el crimen organizado, resultaba más adecuado atender las causas de la violencia, como la pobreza y la falta de oportunidades, y promover el diálogo entre los grupos de poder establecidos.Sheinbaum dice que esa línea está vigente, pero acto seguido da a conocer resultados que hablan de otra cosa: toneladas de drogas decomisadas, capturas, laboratorios bombardeados. Dos, tres, cuatro veces lo que se reportaba en el sexenio anterior.»Estamos incautando en México, evitando que pase del otro lado», comentaba la presidenta en una reciente conferencia de prensa. «Quiere decir que algo bien estamos haciendo, ¿no?», se preguntaba.Para cualquier presidente mexicano la política antidrogas representa un enorme desafío porque, no importa cuán soberanos se declaren, parte de la misma está formulada por Estados Unidos, el poderoso vecino del norte que compra el 80% de las exportaciones mexicanas y que, con tan solo ese dato entre varios más, puede condicionar el margen de maniobra de México.Si antes AMLO pudo intentar —y muchos dirían que fracasó— un cambio de estrategia hacia el crimen, hoy Sheinbaum no parece tener más opción que volver a la mano dura de antaño.Y los resultados, presume la presidenta, están a la vista.Fuente de la imagen, Getty ImagesPie de foto, Aunque México parece no sufrir una crisis por consumo de fentanilo, Sheinbaum lanzó una campaña de prevención. En realidad, el gobierno no divulga datos sobre consumo nacional desde 2016. Resultados en medio de la negociaciónMucho del giro en la política antidrogas tiene que ver con la llegada a la Secretaría de Seguridad de Omar García Harfuch, el expolicía que durante la alcaldía de Sheinbaum en Ciudad de México logró reducir los homicidios en la capital y mejorar la sensación de inseguridad.La semana pasada Harfuch dio a conocer los resultados consolidados de su cartera: desde el 1 de octubre, reportó, han arrestado a 24.652 personas por delitos de alto impacto, desmantelado 1.150 laboratorios de drogas ilícitas y decomisado 178 toneladas de estupefacientes, entre eso más de 3 millones de pastillas de fentanilo, el opioide que ha causado la muerte de decenas de miles de personas en Estados Unidos.La política antidrogas, entonces, es asunto del encargado de la Seguridad, que a su vez anunció el decomiso de 12.736 armas de fuego y ha militarizado la frontera norte en busca de evitar el paso ilegal de personas migrantes, que se ha tenido su mayor reducción en décadas.Fuente de la imagen, Getty ImagesPie de foto, El expolicía Omar García Harfuch es la estrella de la política antidrogas y contra el crimen en México. Su aproximación es netamente militar. Pero si una parte de esto se debe a la presencia de Harfuch, mucho también se le atribuye a la presión ejercida por Donald Trump, quien usa las amenazas de aranceles a las importaciones o de deportación de migrantes mexicanos o de impuestos a las remesas que éstos envían para lograr aquello que le obsesiona: detener la migración y el tráfico de fentanilo.Esa presión volvió a generar noticia el jueves, cuando el Departamento del Tesoro de EE.UU. sancionó a tres entidades financieras mexicanas por, supuestamente, facilitar a los carteles la compra de precursores de fentanilo en China y el lavado de dinero ilegal.Sheinbaum rechazó las sanciones, pidió pruebas de los ilícitos y reiteró: «Nos coordinamos, colaboramos, pero no nos subordinamos. México es un gran país y la relación con EE.UU. es de iguales, no de subordinación. No somos piñata de nadie».El mismo jueves, sin embargo, la Comisión Nacional Bancaria y de Valores anunció la intervención de dos los bancos sancionados con el objetivo de renovar sus gerencias, investigar lo sucedido y proteger los activos del público.Fuente de la imagen, Getty ImagesPie de foto, La Fiscalía mexicana ha vuelto a hacer alarde de la destrucción de narcóticos confiscados. Cambios con un poder limitadoSheinbaum, que tiene una enorme popularidad y cuyo partido controla las ramas legislativa y judicial, intenta alinear sus intereses con los de Trump; atacando el lavado de activos, por ejemplo, o persiguiendo a los narcos.»Es una cruzada real, pero parte de una condición frágil —advierte David Saucedo, consultor y experto en seguridad— porque no se aumentó el presupuesto en Seguridad, porque hay una parte de los militares desconfía de Harfuch, porque los carteles son hoy más fuertes que nunca y porque las instituciones están llenas de corrupción».Saucedo añade: «Mientras haya demanda por drogas en Estados Unidos es muy difícil que la lucha contra el crimen en México tenga efectos, porque puedes duplicar las incautaciones, triplicarlas, pero va a seguir siendo un porcentaje marginal, menos del 10%, del total que exportan los traficantes».En febrero, cuando la negociación apenas empezaba, Trump elogió a Sheinbaum por «lograr» que México no sea un país de consumo con campañas de prevención. Y anunció que se copiaría: «Vamos a gastarnos miles de millones de dólares en explicar lo malas que son las drogas».Fuente de la imagen, Getty ImagesPie de foto, Trump ha logrado concesiones de México y Shienbaum ha intentado convertirlas en oportunidad. Pero ni Trump ha lanzado campañas de prevención ni Sheinbaum ha podido implementar lo que realmente sería su política antidrogas. Una, por ejemplo, como la que elaboró en la alcaldía capitalina, basada en la descriminalización de las adicciones y la disminución del consumo a través de pedagogía.»Lo que se hizo en la ciudad fue muy interesante, tenía un enfoque en la salud y respondía a su perfil de científica», dice Zara Snapp, activista y experta en política de drogas. «Pero ahora Sheinbaum tienen dos impedimentos: la herencia de AMLO, de una política prohibicionista hacia el consumo, y Trump, que pide volver a la militarización».La experta añade: «Pueden anunciar más y más incautaciones, pero sabemos que eso tiene un impacto muy marginal en el consumo ilegal y nos lleva al diagnóstico, científicamente equivocado, de que puedes erradicar el consumo con acciones punitivas».Hay señales de que México está poniendo fin a su política de «abrazos, no balazos», pero como remplazo, más que una estrategia innovadora enfocada en la salud, Trump parece haber forzado una vuelta a la «guerra contra las drogas».Aunque Sheinbaum, casi a diario, diga que esa guerra «no volverá».Suscríbete aquí a nuestro nuevo newsletter para recibir cada viernes una selección de nuestro mejor contenido de la semana.Y recuerda que puedes recibir notificaciones en nuestra app. Descarga la última versión y actívalas.

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