En un Tedeum cargado de gestos y silencios, el presidente Javier Milei evitó saludar al jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri, y no cruzó palabra con la vicepresidenta Victoria Villarruel.
Mayo 25, 2025
El presidente Javier Milei y todo su gabinete participó esta mañana de la ceremonia del Tedeum del 25 de Mayo en la Catedral de Buenos Aires. Al llegar a la iglesia, el mandatario evitó saludar al jefe de gobierno porteño, Jorge Macri, quien quedó desairado con la mano tendida.
También se sumó a la comitiva del Gobierno, dentro de la Catedral, la vicepresidenta Victoria Villarruel, quien no cruzó saludo ni palabras con el mandatario en medio de la tensión entre ambos. Se trata del primer encuentro, desde el 1 de marzo cuando también hubo tensiones en el Congreso.
El gesto fue evidente y quedó registrado en la transmisión oficial. Milei descendió del vehículo presidencial, se acercó con la mirada al frente, no extendió la mano a quienes lo aguardaban en fila y continuó su caminata directo hacia el interior del templo, generando incomodidad visible en los rostros de Macri y Villarruel.
La celebración religiosa fue la primera desde la muerte del papa Francisco y comenzó apenas antes de las 9 de la mañana. El Presidente ingresó a la Catedral Metropolitana y fue recibido en persona por el arzobispo de Buenos Aires, José García Cuerva.
FUERTE MENSAJE DE LA IGLESIA
Tedeum del 25 de Mayo: “Se está muriendo la fraternidad, la tolerancia y el respeto”, advirtió el arzobispo García Cuerva
El presidente Javier Milei participó de la ceremonia en la Catedral de Buenos Aires.En una homilía cargada de contenido social y político, el arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cuerva, ofreció este domingo un fuerte mensaje durante el tradicional Tedeum por el 25 de Mayo en la Catedral Metropolitana, con la presencia del presidente Javier Milei y miembros del Gabinete nacional.
“La Argentina sangra”, expresó el prelado, quien pidió “dejar de lado el odio, la descalificación y el desprecio” para construir una patria unida. En su discurso, advirtió con contundencia: “Se está muriendo la fraternidad, la tolerancia y el respeto. Y si se mueren esos valores, se muere un poco el futuro, las esperanzas de forjar una Argentina unida, una patria de hermanos”.
García Cuerva sostuvo que la situación actual del país requiere “un firme llamado a la responsabilidad personal y social”, y subrayó que no se puede ser “mero espectador de las luchas ajenas”. “Años de promesas incumplidas y estafas electorales nos hicieron perder las ganas de participar, de involucrarnos, incluso de ir a votar”, lamentó.
También puso el foco en el sufrimiento de los más vulnerables: “Nuestro país sangra por tantos hermanos que padecen la marginalidad y la exclusión; adolescentes víctimas del narcotráfico, personas en situación de calle, familias afectadas por las inundaciones, personas con discapacidad”.
Uno de los momentos más resonantes fue cuando se refirió a los adultos mayores: “Los jubilados merecen una vida digna, con acceso a los remedios y a una alimentación adecuada. ¿Hasta cuándo deberán seguir reclamando por jubilaciones dignas?”.
Además, criticó la agresividad del discurso público y el uso tóxico de las redes sociales: “Hemos pasado todos los límites. La descalificación, la agresión constante y la difamación parecen moneda corriente. Son los ‘haters’ de Jesús, aquellos que odian y justifican su desprecio”.
“Argentina no está muerta pero está adormecida por la indiferencia y el individualismo. No podemos construir una nación desde la guerra entre nosotros. El que tengo al lado es un hermano, no un enemigo”.
En un llamado a la unidad, el arzobispo pidió “volver a mirarnos a la cara” y “abrazar al que piensa distinto”. Y concluyó con una arenga esperanzadora: “Argentina, levantate. Ponete de pie. Basta de arrastrarnos en la descalificación y la violencia. Es con todos, sin excluir a nadie”.
García Cuerva cerró el mensaje subrayando que “muchos tienen hambre de pan, pero todos tenemos hambre de sentido”. Y llamó a reemplazar el “pan duro de la desinformación” por el alimento de la solidaridad, la ternura y la esperanza.
“Tenemos hambre de solidaridad, de fraternidad, para que la indiferencia, el descrédito y la descalificación no llenen nuestras mesas. Tenemos hambre de esperanza capaz de despertar la ternura y sensibilizar la transformación abriendo el camino de la ternura. Todos tienen un papel en la construcción de una sociedad integrada y reconciliada”, señaló.
“La situación actual no permite ser meros observadores de las luchas ajenas, es un firme llamado a la responsabilidad personal y social. Las nuevas generaciones merecen que les dejemos un país consolidado, un país reconciliado, con nuevos horizontes. No los defraudemos”, cerró.